29 de enero de 2008

Mi abuelo decía... (IV)

Mi abuelo decía que el mejor remedio para ser optimista y no terminar arrojándote por el balcón, es vivir en un sótano.

17 de enero de 2008

I Congreso Internacional Cubista

Tras la reciente celebración del I Congreso Internacional Cubista y la consecuente publicación de numerosos estudios especializados, se ha generalizado una nueva y reveladora teoría sobre la aparición de dicho movimiento artístico.
Hasta la fecha, no hay duda de que el Cubismo, posiblemente la manifestación plástica más importante de todo el siglo XX, surgió en la primera década de aquel fecundo siglo, fruto de la frenética actividad llevada a cabo por dos artistas a los que con toda seguridad hemos de considerar como padres del mismo: Pablo Picasso y Georges Braque. El I Congreso Internacional Cubista ratifica esta autoría, así como la datación cronológica de su surgimiento, pero cuestiona con pruebas fehacientes los motivos que propiciaron su aparición.
Si hasta la celebración de dicho congreso se consideraba que el trabajo emprendido por los dos artistas anteriormente citados, por separado y a la vez en férrea comunicación, vino propiciado por el deseo de buscar para la pintura una cuarta dimensión, basándose para ello en la progresiva reducción de las formas a lo esencial (con especial predilección por la utilización del cubo como figura básica), en el empleo de la perspectiva múltiple, etc.; a partir de este congreso hay que considerar dicho surgimiento ajeno a los motivos que hasta la fecha venían dándose. Tradicionalmente se justificaba la aparición del Cubismo como consecuencia directa de la experimentación plástica que se estaba llevando a cabo en Europa en aquellos años iniciales del siglo XX, pero lejos de esos intereses, de la búsqueda de una cuarta dimensión para la Pintura y del deseo de reducir las formas a figuras geométricas básicas, tal y como ha dejado claro el I Congreso Internacional Cubista, Picasso y Braque desarrollaron dicha experiencia artística por causa de unas circunstancias bien distintas.
Se ha aportado numerosa documentación que prueba que los dos pintores, durante el verano de 1907, aficionados como eran al deporte, ocuparon plaza como recogepelotas en el Torneo Internacional de Tenis de Roland Garros de París. Cada uno en un extremo de la red, se pasaron todo aquel verano, agachados, yendo y viniendo recogiendo y entregando pelotas a los competidores. Cuando terminó el torneo, también se tiene constancia de que asistieron a la consulta de un psicoanalista, actividad que por entonces comenzaba a gozar de cierto auge en la capital francesa, buscando poner fin a la obsesiva fijación que se les había quedado después de semejante experiencia, de ver todo a su alrededor como si lo hiciesen a través de la red cuadriculada de la pista. El psicoanalista en cuestión les recomendó, siendo como eran, pintores, que volcaran esta fijación reticular sobre sus lienzos. Éste es, tal y como ha propuesto y confirmado el I Congreso Internacional Cubista, el motivo que lleva a Picasso y a Braque a reducir toda su realidad circundante a cubos. Y es este el motivo también que explica que en el cromatismo de sus obras de estos años predominen los tonos tierras: el mismo que tiene el piso de las pistas de arena de Roland Garros.
Valiosa aportación la de este congreso que abre nuevas y reveladoras interpretaciones al desarrollo de las primeras vanguardias artísticas en Europa.

9 de enero de 2008

Año nuevo, termostato viejo.

El día de los Santos Inocentes la santa providencia nos obsequió con el estallido de una de las tuberías que abastece la caldera de casa. Como broma no está mal, pero como ya había reventado con anterioridad hace dos meses, las bromas que se repiten con demasiada frecuencia pierden gracia. E igual que sucedió la vez anterior, la rotura se produjo un viernes, aumentando el efecto de la broma al privarnos de agua caliente y de calefacción durante todo el fin de semana.
El frío lo combatimos con dos armas ajenas a este contratiempo: la plancha y el horno. Con el primero nos hemos ganado a todos los vecinos. Cuando me ofrecí a planchar la colada de cada uno de ellos, desconocía que en el primero vivía el dueño de una tintorería militar. Como no hice la mili, he asumido el planchado de los cientos de uniformes que el buen hombre me endosó, sin necesidad de manifestarme por el centro de Madrid, como un gesto de exaltación patriótica.
Por otro lado, para templar la cocina, hemos utilizado el horno hasta para calentar la leche. Tanto es así que hemos logrado devolverle a la desnatada toda la grasaza que los procesos químicos se afanan en rebajarle. De hecho, salía del horno con la textura de la cuajada…
Después de un destemplado fin de semana, el lunes, un momento antes de salir de viaje para pasar Nochevieja fuera de Madrid, llegó el técnico de la caldera y solucionó el problema hasta no se sabe qué otro fatídico viernes.
Pero la historia no acabó ahí. Al ir a hacer uso de la ducha del hotel donde pasábamos Nochevieja… ¡Oh, sorpresa! ¡Tampoco el agua caliente de la misma funcionaba! Una expresión como “termostato”, que pensé que en un apartado pueblo castellano no tenía por qué escuchar, continuaba a mi lado como una condena a perpetuidad. No perdimos la calma y, tranquilamente, accedimos a ducharnos en una habitación ajena a la nuestra; esta vez sí, con agua caliente.
La desafortunada coincidencia estoy seguro de que se debe al menosprecio continuo que hago de Björk. La artistaza esquimala, humanista inclasificable, seguro que también es bruja y con sus grandes poderes, se ha decidido a fastidiarme con una de las más infalibles armas laponas: el frío. Por si acaso, creo que voy a dejar de hablar de ella hasta que llegue el verano.
En fin, de lo malo malo, lo único que me alegra de este contratiempo es que también a Jouve, en el hotel castellano, le falló el agua caliente de la ducha. Imaginármele, a las siete y media de la mañana, antes de coger el coche para volver a Madrid, tiritando y maldiciendo a la alcachofa de la ducha, es de sobra un buen motivo para empezar con alegría el dos mil ocho.